1 de octubre de 2024

Optimismo realista e irrealista

En principio es necesario partir de qué entendemos por optimismo.

Optimismo es la esperanza de que lo que suceda es lo que tenemos como expectativa y que también en general sea positivo.

Cuando lo que esperamos no es positivo o satisfactorio solemos decir que estamos frente a sujetos pesimistas.


Esta pequeña introducción es la que normalmente usamos para identificar a las personas por la manera de ver con mayor frecuencia una u otra postura, sé es optimista o sé es pesimista.

Como ejemplo de la vida cotidiana cuando estamos con el tiempo justo para llegar a una función de cine y algún integrante del grupo dice “no vamos a llegar”, le endilgamos el “sos pesimista”. Otro ejemplo es cuando vamos a hacer un reclamo por la compra de un electrodoméstico y antes de ir pensamos en que no nos van a aceptar el mismo. Sobran los ejemplos y son abundantes cuando nos referimos a la expectativa de que vamos a ser mal atendidos en las oficinas de organizaciones que nos prestan servicios.

Podemos decir que este análisis está hecho a partir de las expresiones y comportamientos de los individuos y para algunos autores es una característica hereditaria.

En mi experiencia como consultor y coach podría comentar algunos casos en los que claramente hijos de optimistas son más optimistas que sus progenitores pero otros donde este fenómeno no se verifica. He visto hijos optimistas de padres pesimistas e hijos pesimistas de padres optimistas.

Esta primera definición ilustrada con ejemplos nos permite ahora dejar de lado a los pesimistas y ocuparnos de analizar dos tipos dentro del conjunto de los optimistas.

Estos son los optimistas realistas y los optimistas irrealistas también conocidos como ilusorios.

Hay numerosos estudios estadísticos acerca de ventajas o características de los realistas pero como todas las referidas a los seres humanos no son absolutas, no son blanco o negro. He seleccionado algunas de ellas por conocer personas que las poseen:
  • Son más longevos (estudios de la Universidad de Harvard).
  • Sus actitudes y comportamientos son consistentes con su optimismo realista.
  • Le dedican tiempo al análisis del contexto (Carl Honoré).
  • No niegan la existencia de hechos negativos y dificultades pero piensan y actúan no para eliminarlos sino para ver como los sortean.
  • Entienden los hechos negativos o dificultades como pasajeros y cambiantes para distintas situaciones.
  • Aceptan que los resultados no sólo provienen del contexto externo sino también de ellos mismos.
Vale la pena resaltar este último punto porque si siempre se piensa que nuestras desgracias se deben a causas externas la transformación a pesimistas es inmediata e irreversible.

Tengo varios ejemplos de Gerentes optimistas irrealistas y rondan acerca de prometer o incluso de comprometerse al cumplimiento de proyectos o pedidos en tiempos más cortos que los que hasta ahora pudieron lograr.

Podríamos decir que son personas ineficientes o mentirosas cuando en realidad creen que van a poder cumplir y por eso se comprometen, pero frente al fracaso, al analizar el porqué, advierten que no han hecho un buen análisis de los datos de base.

Los optimistas irrealistas tienen esa característica, se emocionan con nuevas oportunidades o proyectos sin evaluar a fondo los riesgos y desafíos, no tienen en cuenta que muchas veces dependen de la actitud, del comportamiento y del grado de optimismo de sus colaboradores.

Tienen una visión excesivamente positiva y poco realista del contexto.

Podríamos extraer de nuestra memoria algunos ejemplos muy conocidos que han podido sortear enormes dificultades gracias a mantener un equilibrio entre distintas visiones (la parábola del medio vaso lleno y el medio vaso vacío) y a su optimismo realista:
  • Viktor Frankl: prisionero durante mucho tiempo en los campos de concentración. Su actitud y comportamiento mostraron claramente su optimismo realista a pesar de las innumerables situaciones adversas que tuvo que soportar como ser la muerte allí de su familia. Fue el creador de la logoterapia. Autor de “El hombre en busca de sentido”.
  • Hellen Keller: a los diecinueve meses de vida sufrió una grave enfermedad que le provocó la pérdida total de la visión y la audición. Después de graduarse en la escuela secundaria, ingresó en el Radcliffe College, donde recibió una licenciatura, convirtiéndose así en la primera persona sordociega en obtener un título universitario. A lo largo de su vida, redactó múltiples artículos y más de una docena de libros sobre sus experiencias y modos de entender la vida, entre ellos: “La historia de mi vida”, “Luz en mi oscuridad” y "El mundo en el que vivo".
  • Nelson Mandela: prisionero durante 27 años en penosas condiciones, el gobierno de Sudáfrica rechazó sistemáticamente todas las peticiones de que fuera puesto en libertad. Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica (1994-1999).
Todos creemos ser optimistas, la pregunta a hacernos es cuánto de ese optimismo es realista y cuánto irrealista o ilusorio, recordando que lo ideal es que ambos estén equilibrados.


Libros referenciados:
Honoré, Carl: "La lentitud como método". RBA Bolsillo.
Behar, Howard: "No es por el café". Empresa Activa.
de Bono, Edward: "Seis sombreros para pensar". Granica.
Frankl, Viktor: "El hombre en busca de sentido". Herder.


Autor: Rodolfo Danishewsky (Rodolfo es consultor y coach, profesor de la Diplomatura DBA)

5 comentarios:

  1. Felicitaciones Rodolfo. No lo había pensado de este modo y me hace buscar ese equilibrio en mi optimismo(s).

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  2. Gracias por el artículo y las referencias que utilizó el autor, que no son comunes en negocios. Más allá de las críticas, me quedo más con el optimista ilusorio.

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  3. Ezequiel L3/10/24 09:09

    Optimismo realista, nos invita a tener información y no ilusion. Muy buena nota.

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    1. Gracias Ezequiel por el comentario. Está bueno ver las diferencias y buscar combinarlos.

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  4. Impecable Rodo!! Coincido y me hizo reflexionar mucho!! Gracias por este artículo! Mariana Chait

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