22 de septiembre de 2016

Por qué hacemos lo que hacemos: 2 historias

2 relatos, bien contados, sobre los condicionamientos impensados a nuestra forma de actuar. Lo inconsciente desde lo cual derivan años y años de acciones sobre acciones, justificaciones sobre justificaciones. Modelos mentales tan aprehendidos que ni siquieran entran a la mesa de discusión. En cuántas ocasiones la linealidad somete al cerebro apagado.


Primero compartimos un poema de Sam Walter Foss, poeta, humorista y bibliotecario estadounidense que vivió y escribió sobre finales del siglo XIX.
Seguidamente aportamos una historia que inicialmente la escuchamos de Ronald Shakespear, y que ya forma de parte de la historia mítica o la mitología histórica. Puede verse contada sintéticamente en este video y conocerse su explicación en el sitio de chequeo de hechos Snopes (en inglés).


La senda de la vaquilla (Sam Walter Foss, 1895)

Un día a través de un bosque tupido
una vaquilla a su hogar retornó,
dejando tras de sí un rastro retorcido,
sinuoso y ondulante pues mucha vuelta dio.

Desde entonces tres siglos han pasado
e infiero que la vaquilla ya muerta está,
pero una débil senda dejó como legado,
y de allí la moraleja que se os relatará.

Al otro día ese mismo rastro siguió
un perro solitario que por esos lares cruzó.
Y luego una sabia oveja mansa y su rebaño
reforzaron el rastro año tras año,
y a lo largo del bosque una senda se formó.

Muchos hombres por la senda serpentearon,
trastabillaron y por sus curvas marcharon,
y protestaron con muy justificada ira
por ser esta una senda retorcida;
pero aún así siguieron -no os riáis-
el rastro que dejó nuestra amiga vaquilla,
y por esta senda boscosa caminaron,
volteando como volteó al pasar la ternerilla.

La senda del bosque se transformó en camino,
con curva tras curva y aun otra curva sin tino;
este camino sinuoso carretera pasó ser,
y con sus cargas los caballos la transitaron
desde el amanecer hasta el anochecer.
Y recorrieron en tres lo que debía ser una milla,
y así durante centuria y media
siguieron el rastro de la tal vaquilla.

Los años pasaron con rapidez,
y la carretera calle de pueblo llegó ser.
Y luego, sin que nadie siquiera lo advirtiera,
concurrida vía citadina logrose volver.
Pronto fue la avenida principal
de una muy famosa villa;
y en dos siglos y medio los hombres
siguieron el rastro de la tal vaquilla.

Todos los días cien mil en estampida
imitaron el deambular de la vaquilla,
y este camino tortuoso fue recipiente
del tráfico de todo un continente.

Cien mil hombres guiados van
por una vaquilla muerta tres siglos ha,
siguen aún su senda retorcida
y pierden cien años cada día,
pues tal es el respeto supuestamente debido
a un precedente tan bien establecido.

Y es que los hombres tienden a marchar sin ver
por las sendas de vaquillas impresas en su ser,
y trabajar de sol a sol sin descanzar;
haciendo lo que otros han hecho ya.

Siguen las sendas conocidas,
vienen y van, e inútiles vueltas dan.
Pero aún así doblan por sus curvas retorcidas
para no desviarse del sendero trazado por los demás.

Convierten la senda en un surco sagrado,
y por él transitan su existencia rutinaria.
¡Cómo reirán los ancianos diosos del bosque
que saben de esa vaquilla originaria!



El ancho de vías

En los Estados Unidos la distancia estándar entre las vías del ferrocarril es de 1.43 metros (4 pies, 8.5 pulgadas). Este es número extraño, ¿de dónde habrá salido este número? Salió por que era la manera en las que se construían en Inglaterra, y los ingleses construyeron las vías ferroviarias estadounidenses.
¿Y por qué los ingleses las construían así? Porque las primeras vías ferroviarias las construyeron aquellos que trabajaban en caminos pre-ferroviarios, y esa es la medida que siempre usaron. ¿Y por qué ellos usaban esta medida? Porque usaron las mismas herramientas y medidas que usaban para construir carretas, las cuales tenían el mismo espaciado entre las ruedas.
¡Está bien! ¿Y por qué las carretas tenían este espaciado extraño entre las ruedas? Bueno, si trataban de usar cualquier otro espaciado, las ruedas de la carreta se romperían en los caminos de Inglaterra debido a que ese era el ancho del carril.
¿Y quién determinó el ancho del carril? Los romanos construyeron las primeras carreteras de larga distancia en Europa (e Inglaterra) para sus legiones. Los mismos caminos se han utilizados desde entonces. ¿Y el ancho de los carriles? Las carrozas de guerra determinaron el ancho de los carriles iniciales, los cuales todo mundo tuvo que utilizar después para evitar destruir las ruedas de sus carretas.
Debido a que las carrozas eran fabricadas para el Imperio Romano, todas tenían la misma distancia entre las ruedas.
En Estados Unidos el ancho estándar de 1.43 metros se derivó de la especificación original de la carroza de guerra romana. Así que la próxima vez que te entreguen una especificación y te preguntes quién se la sacó del culo, tal vez tengas razón, porque las carrozas del Imperio Romano eran apenas lo suficientemente anchas para acomodar los traseros de dos caballos de guerra.
Ahora el revés irónico de la historia... Cuando veas el transbordador espacial descansando en la plataforma de lanzamiento, verás que hay dos cohetes a lado del tanque de combustible principal. Estos se llaman Solid Rocket Boosters (SRBs). Los SRBs eran fabricados por Thiokol en su fábrica en Utah. Los ingenieros que diseñador los SRBs hubiesen preferido hacerlos un poco más anchos, pero tenían que enviarse en tren desde la fábrica al lugar de lanzamiento. Da la casualidad que la vía ferroviaria tiene que pasar por un túnel para llegar al lugar de lanzamiento. Los SRBs tenían que caber por ese túnel. El túnel es ligeramente más ancho que la vía ferroviaria, y la vía —como ya lo sabemos— es aproximadamente igual de ancha que el trasero de dos caballos lado a lado.
Así que, una característica del diseño de lo que probablemente es el sistema de transporte más avanzado del mundo se determinó hace más de dos mil años por el ancho del culo de un caballo.
 
 
Fuentes: Duopixel#InTheJungle (basado en Silverman, George: Los secretos del marketing boca a boca. 2012. Norma)

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