[este es un artículo inédito y póstumo de Fernando Cerutti]
Primero que todo: no existe un tiempo de la estrategia y un tiempo de la acción. Como tampoco primero se piensa y después se hace, ni menos hay personas que se dedican a una cosa o a la otra. Hablamos ya sobre el dilema gramatical de la estrategia. Aquí quiero aclarar o reforzar la activa conexión entre lo que decidimos y lo que construimos, sabiendo que ambos aspectos están íntimamente relacionados. Por eso el punto de encuentro es el marco estratégico, que determina qué es estratégico para una organización y funciona como enfocador.
Recuerde siempre que el marco estratégico es el núcleo del motor de su empresa, define lo importante con relación al negocio y el largo plazo. Además involucra las principales decisiones que le otorgan potencial de crecimiento, capacidad de cambio y espíritu emprendedor.
Pero usted sabe muy bien que: entre la decisión y los resultados existen brechas que bloquean o retrasan el desarrollo de su organización, le impiden adaptarse y generan conflictos internos. Por eso es clave poder aprender a transformar ideas en acciones creíbles y luego poder darle seguimiento a los resultados para ir ajustando detalles sobre la marcha, para ir adaptándose, para ir aprendiendo.
Eso sí, creatividad y liderazgo deben unirse a partir de la visión futura de la empresa: qué opciones pueden generar para ir hacia el futuro deseado y cómo hacemos que las cosas se hagan. Pasar de la estrategia a la acción es transitar la ruta que va desde un propósito a la gestión diaria, ejecutando planes con rigor y sabiendo cuándo desecharlos. El arte, y la disciplina, del pivotar.
El tema fundamental para darle una identidad singular a su empresa es la definición de su modelo de negocios: desde qué estructura somos capaces de crear valor, entregarlo y capturarlo. Es la plataforma para innovar y por lo tanto el sostén para tiempos turbulentos, cada día más normales.
A partir de una metodología visual y participativa, se pueden descubrir las dimensiones clave, viendo dónde existen ventajas en las cuales apalancarnos y dónde hay debilidades para resguardar. Encontrar la lógica entre las distintas decisiones, hace única y más sostenible a la empresa. Implica conectar objetivos, trayectorias y competencias. Esa es la estrategia en sí, como sustantivo.
Además está en sus manos modelizar dinámicamente el negocio y estar atento a las tendencias innovadoras que surcan el planeta. Estas son responsabilidades estratégicas para impulsarse hacia nuevas zonas de beneficios y atravesar los inevitables cisnes negros. Es el timing que posibilitará, o no, ir consiguiendo resultados. Un paso más en el baile de convertir la estrategia en acción.
Fernando Cerutti
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