10 millones.
Ese es el promedio de veces que los seres humanos decimos "no" a lo largo de nuestras vidas.
Un número impactante, ¿verdad? Lo hacemos por miedo, por dudas o porque pensamos que no estamos listos. Pero quiero plantearles algo: ¿y si muchos de esos "no" que parecían definitivos, en realidad se transformaron en nuestros "sí" más importantes?
Hoy quiero llevarlos a un viaje que comenzó hace 32 años, aquí, en la misma casa de estudios donde me formé. Recuerdo como si fuera ayer, cuando en una clase de Sistemas de la Información, me dije rotundamente: "nunca trabajaré en nada relacionado con sistemas". Y, sin embargo, durante los siguientes 20 años, no solo formé equipos multiculturales, sino que lideré proyectos de transformación tecnológica. Me enamoré del potencial de la tecnología para mejorar la vida de millones de personas, desde el ámbito privado hasta el público.
Esta historia no es única para mí, sino que refleja un proceso que muchos de nosotros vivimos: los "no" que, con el tiempo, se transforman en "sí" decisivos que nos permiten abrazar lo inesperado. Hoy quiero hablarles de la relación entre la innovación, la tecnología y los negocios, y cómo este triángulo tiene un impacto directo en nuestras vidas, desde lo más técnico hasta lo más humano.
Tuve la suerte de estudiar lo que me apasionaba y de abrazar la tecnología como una herramienta para el cambio. A lo largo de 30 años, entendí que la tecnología es solo una parte de la ecuación. Para generar impacto real, necesitamos personas comprometidas, dispuestas a desafiar el status quo y a liderar con empatía.
Pero no todo es tan simple. En esta hiperconectada era digital, estamos más solos que nunca. En Argentina, tenemos 1,3 líneas de celular por habitante y el 80% de la población tiene cuentas en redes sociales. Sin embargo, ¿nos está acercando esto realmente? Parece que cada vez preferimos los mensajes a las llamadas, y las llamadas a los encuentros cara a cara. Nos hemos sumergido en lo digital, perdiendo de vista lo humano.
La pregunta clave es: ¿cómo usamos la tecnología para prosperar sin desconectarnos unos de otros? Y la respuesta, queridos lectores, está en nosotros mismos.
He visto de primera mano cómo la tecnología transforma vidas, pero también he aprendido que sin liderazgo y empatía, la tecnología es solo un medio inerte. Somos nosotros quienes le damos propósito, quienes conectamos personas, datos y decisiones para generar impacto. La verdadera magia de los negocios reside en nuestra capacidad de inspirar a otros y de crear un propósito común que vaya más allá de los resultados.
En mi carrera, he tenido la fortuna de liderar equipos que lograron cosas impensables, como proyectos de transformación en esta ciudad que mejoraron la vida de millones de ciudadanos. Desde el cuidado de los espacios públicos hasta el uso de la tecnología para hacer las ciudades más verdes y seguras, he sido testigo del poder de la tecnología cuando está orientada al bien común.
Hoy, nos encontramos frente a una nueva revolución: la inteligencia artificial. Está cambiando la manera en que vivimos, trabajamos y hacemos negocios. Nos ofrece la posibilidad de delegar tareas operativas y enfocarnos en lo que realmente importa. Es un momento clave para preguntarnos: ¿cómo queremos aprovechar esta oportunidad? Las decisiones que tomemos sobre nuestras finanzas, habilidades tecnológicas y liderazgo definirán nuestro valor como individuos en un futuro cada vez más digital.
Los invito a reflexionar sobre cómo podemos utilizar la tecnología para dejar una huella, para construir algo más grande y para generar un impacto positivo. El verdadero progreso no es solo tecnológico, es humano. Y ese es nuestro desafío: ser lo suficientemente valientes para liderar el cambio y ser más humanos en este mundo cada vez más digital.
El momento de empezar es ahora.
Con cariño, Cecilia Giordano
Autora: Cecilia Giordano (Cecilia es líder, mentora y autora, profesora invitada al Posgrado PIDE y la Diplomatura DGST)
Fuente: Influencia
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