8 de abril de 2025

El mal de costos en las artes del espectáculo

Los economistas norteamericanos William J. Baumol y William G. Bowen identificaron este fenómeno económico en los años 60, en su libro “Performing Arts, the Economic Dilemma: A study of problems common to theater, ppera, music and dance”.

Pensemos en 2 mundos paralelos, uno en el que la tecnología avanza a pasos agigantados (por ej., la industria automotriz) y otro en donde la creatividad y la interpretación humana son insustituibles (como en una ópera). En este segundo mundo, los artistas no pueden ser reemplazados por máquinas. Y he aquí el gran dilema que enfrentan quienes producen espectáculos en vivo: mientras la productividad en la fabricación de autos aumenta y los salarios también suben, en el campo artístico, no se puede apretar un botón para duplicar a un bailarín o a un cantante. La producción sigue siendo intensiva en mano de obra y las habilidades no se vuelven más eficientes con el tiempo. Por lo tanto, los costos aumentan sin que la productividad lo haga… y mientras un auto se ensambla hoy más rápido que hace 10 años, un concierto de Mozart se sigue tocando tal como fue compuesto por él hace 300 años.

Pero no todo está perdido. Hay soluciones que los espacios culturales implementan para superar este mal tremendo que afecta al mundo de las artes y en especial, de la producción en vivo. Es así como la creatividad, la adaptabilidad, la innovación y la diversificación son clave para enfrentar el mal de costos.

Aquí algunas ideas a considerar.

1. Las nuevas tecnologías interactivas que ya vemos en teatros y museos hace años se van sofisticando cada vez más, y pueden ser atractivas para nuevos públicos más jóvenes. Las aplicaciones móviles que proporcionen información adicional sobre las obras de arte o permitan a los espectadores interactuar con la narrativa de una obra teatral son ejemplos.

2. La creación de experiencias inmersivas que vayan más allá de la simple observación como instalaciones multimedia, proyecciones 3D o recorridos temáticos participativos también pueden aumentar el valor percibido y justificar precios más altos en los tickets

3. Colaborar con otras instituciones culturales, como galerías de arte, compañías de danza o festivales, puede reducir costos compartiendo recursos y promoviendo eventos conjuntos en alianzas que resulten estratégicas para todos.

4. La búsqueda de patrocinios corporativos aporta fondos, productos y servicios que aportan beneficios a los proyectos culturales y a las marcas.

5. La diversificación de ingresos es clave, ofreciendo funciones exclusivas, alquilando los espacios para eventos privados, desarrollando merchandising, sumando ítems especiales como catering, charlas, visitas guiadas, meet&greet, etc.

6. Desarrollar programas educativos para escuelas y grupos comunitarios, además de cumplir con una misión cultural, es otra forma de generar ingresos y fomentar a futuros clientes.

7. Y los clásicos de siempre que los teatros conocen muy bien y que los ayudan buscar un equilibrio entre la sostenibilidad financiera y su misión artística: aumentar la cantidad de funciones, realizar promociones especiales para los días de menor venta, implementar estrategias de precios dinámicos basados en la demanda, programar temporadas combinando producciones más y menos costosas, equilibrando costos.

Además, contamos con la Inteligencia Artificial, que llegó para quedarse, proveyendo nuevas herramientas que ya están ayudando a hacer algunos procesos creativos más eficientes, con grandes resultados. Y eso, es tema para un futuro posteo.


Autora: Laura Kulfas (Laura es consultora cultural, egresada del Posgrado en Management Estratégico)

1 de abril de 2025

Evolucionando equipos con claridad, enfoque y simplicidad

Claridad, Enfoque y Simplicidad. Tres palabras que resuenan en cada interacción que tengo con equipos de diversas industrias y culturas.

Tres palabras fundamentales y, a menudo, escasas en el entorno actual. No quiero centrarme únicamente en el contexto, que afecta a cada equipo y organización de diferentes maneras, sino en cómo podemos asumir la responsabilidad de mejorar nuestro entorno inmediato. Es aquí donde podemos pasar de la reflexión a la acción para lograr mayor claridad, enfoque y simplicidad.



Claridad: La Piedra Angular

Al momento de escribir este artículo, puede parecer intuitivo pensar que tenemos claro nuestro rumbo (como organización, equipo e individualmente), así como nuestros objetivos y cómo es el agregado de valor de cada persona o área. Sin embargo, he notado que esta suposición no siempre se cumple, lo cual me hace reflexionar sobre cuántos de nosotros estamos cayendo en esta trampa.
Como dice Brené Brown, “Claro es amabilidad” (“Clear is kind").
La claridad es útil y muestra cuidado. La falta de claridad, por el contrario, puede erosionar la empatía, la conexión, la motivación y la compasión, impactando negativamente cualquier acción colaborativa.

Entonces…

¿Qué implica trabajar la claridad si mi equipo está iniciando su recorrido juntos?

En mi experiencia, son 3 primeros pasos que setean el tono del hacer de cada equipo:

1. Definir o refrescar la visión de futuro: Es esencial entender quiénes somos, para qué existimos, para quién trabajamos y cuál es el impacto que queremos generar. Consideremos la construcción de una narrativa inspiradora sobre nuestro futuro como el puntapié inicial.

2. Facilitar y habilitar conversaciones de equipo: Permitir que cada equipo traduzca la visión de futuro en acciones concretas y tangibles. Este puente entre el futuro y el presente es crucial para mantener la claridad en cada rincón y dimensión de la organización.

3. Establecer objetivos claros y medibles: Involucrar al equipo en la definición de los "qué" y dejar el "cómo" en sus manos, asegurando que estos objetivos estén alineados con la organización.

Por otro lado,

¿Qué implica trabajar la claridad para equipos que ya iniciaron su recorrido?

Estas acciones requieren sin dudas de diseño. Una vez que entramos en el “hacer” del equipo, difícilmente nos tomemos el tiempo de frenar para evaluar nuestro nivel de claridad. Es por eso que muchas veces, estas son las acciones que más impulso necesitan:

1. Reforzar la visión de futuro: Revisar periódicamente si la visión está clara y presente para todos los equipos. Evaluar si seguimos conectando objetivos y valor agregado de manera tangible.

2. Revisar acuerdos: Ajustar los acuerdos necesarios para mantener la conexión, el compromiso y la responsabilidad hacia nuestra visión.

3. Chequear métricas y resultados: Alinear expectativas de resultados con nuestras métricas, asegurando que el "qué" y el "cómo" sean sostenibles y saludables para los equipos y la organización.

4. Compartir claramente las expectativas: no solamente en relación a los roles y resultados esperados, sino sobre todo a los comportamientos y valores que son importantes para la organización y para el equipo.

5. Promover la indagación continua y transparencia: Fomentar una cultura de preguntas y curiosidad, convirtiendo el juicio en exploración compartida, el conflicto en oportunidad de aprendizaje, la actitud defensiva en autorreflexión y las suposiciones en preguntas.

Creo que la claridad, el enfoque y la simplicidad son esenciales hoy más que nunca para que las organizaciones y sus equipos prosperen en un entorno de constante cambio. Se trata de sostener la mirada en el horizonte y conectarla con el presente y lo tangible. Se trata de darnos como personas la posibilidad de preguntarnos y re-preguntarnos sobre el propósito de aquello que hacemos día a día.

Y claro… también estar preparados para las respuestas…


Autora: Daniela Andrada (Daniela es Agile Coach y profesora de la Diplomatura DIDIE)